Los vehículos eléctricos cambian los procesos y la complejidad de la programación de vehículos y servicios al añadir aspectos como la capacidad de la batería o el tiempo de carga de la misma. Si estos aspectos no se tienen en cuenta, se producen programaciones ineficaces y, por tanto, la necesidad de añadir vehículos (y conductores) adicionales. A menudo se trata de vehículos que funcionan con combustibles fósiles, algo que debe evitarse en virtud de la Directiva Europea sobre vehículos limpios.
La electrificación de las flotas de transporte público es una tarea ingente
Todo el mundo habla actualmente de la Directiva de la UE sobre vehículos limpios de transporte por carretera. Su objetivo es ayudar a reducir las emisiones nocivas y el consumo de combustibles fósiles en el sector público y contribuir así a reducir la huella de carbono.
La directiva obliga a las instituciones públicas de la UE a cumplir determinados criterios de emisiones y eficiencia energética al adquirir vehículos destinados, por ejemplo, al transporte público local. Esto incluye los vehículos eléctricos, pero también los de tipos de propulsión alternativos.
La implantación de la electrificación de la flota en el transporte público sólo puede lograrse con una planificación exhaustiva. Hay que tener en cuenta la infraestructura, el suministro eléctrico, la conexión a la red, el almacenamiento de energía y la instalación de estaciones de carga adecuadas. Además, se deben sopesar las diferentes ofertas de vehículos eléctricos para elegir finalmente el mejor vehículo para los requisitos de la red de transporte correspondiente. La elección del vehículo depende de factores como la longitud de la ruta, el número de pasajeros y también la infraestructura eléctrica.
En teoría, hay diferentes formas de integrar los autobuses eléctricos en las flotas: o bien se opta por el establecimiento completo de una flota eléctrica o por una introducción gradual con vehículos individuales y la adquisición continua de nuevos autobuses eléctricos. En la práctica, esta última es la alternativa que con mayor frecuencia se ve en la realidad. Tampoco es de extrañar que esto conlleve una mayor complejidad en la planificación y que haya que tener en cuenta entre 20 y 25 preferencias adicionales. Esto supera las capacidades de la planificación manual y hace necesario el uso de un software de planificación que pueda abarcar tanto las flotas tradicionales como las electrificadas y vincular ambos aspectos.
Las empresas de transporte público, en particular, sienten la presión y deben dar ejemplo para ser las primeras en contribuir a una movilidad más respetuosa con el medio ambiente.
Las herramientas de planificación basadas en la nube tienen en cuenta preferencias adicionales y ayudan a gestionar la complejidad
Para superar estos retos, muchos operadores de redes de transporte público recurren ahora a herramientas y sistemas informáticos de planificación que permiten generar y optimizar automáticamente horarios e itinerarios. Estos sistemas pueden simplificar y mejorar enormemente la planificación de las redes de transporte público maximizando la capacidad y la eficiencia, teniendo en cuenta las necesidades de los pasajeros y minimizando al mismo tiempo los costes de explotación.
El uso de datos, algoritmos y aprendizaje automático ayuda a automatizar las tareas manuales, procesar grandes cantidades de datos con rapidez y precisión, y hacer recomendaciones basadas en ellos en tiempo real, contribuyendo a una toma de decisiones más rápida y basada en datos.
Las soluciones que tienen en cuenta aspectos específicos como el estado de la batería de los vehículos eléctricos en tiempo real pueden ayudar a analizar rápidamente diferentes escenarios y crear programas más eficientes que optimicen simultáneamente los costes de electricidad y los tiempos de carga. Así, en última instancia, también pueden reducirse los costes de adquisición de nuevos vehículos.
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